
En el vino aparecen diferentes tipos de aromas. Los sumilleres los dividen en tres grupos. En primer lugar, aparecen los aromas primarios. Estos son aquellos que provienen de la variedad (monovarietal) o variedades (multivarietal) de uva que se han utilizado para su elaboración. Los aromas primarios vendrán determinados por varias variables como, momento de recolección, el terruño, añada, etc.
En siguiente lugar, aparecen los aromas secundarios. Son aquellos que resultan de los procesos fermentativos que se producen en la elaboración del vino. Por una parte provienen de la fermentación alcohólica (transformación de los azúcares en alcohol provocada por las levaduras) y por otra, por la fermentación maloláctica (transformación de ácido málico en láctico) que reduce la agresividad del vino.
Al final, aparecen los aromas terciarios. Estos últimos se dan por la maduración y crianza de los vinos en madera (barricas). Se trata de un proceso oxidativo en barrica que se acaba de redondear en la fase reductiva en botella. Estos aromas son los que se denominan el bouquet del vino. Algunos de los aromas que se pueden transferir al vino en esta fase son café, tostados, quemados, roble, chocolate, nuez, avellana, té, tabaco, etc.
por Raúl Acebrón.
30 enero, 2017 at 11:20 pm
Muy correcto todo.
Te invito a profundizar ahora en el mundo de los AOVEs . (aceite de oliva virgen extra). Te sorprendería el universo que hay detrás y lo mucho que la restauración tiene que aprender y explorar todavía.
Saludos.
Me gustaMe gusta
31 enero, 2017 at 9:34 am
Tienes mucha razón en lo que apuntas. En la restauración deberíamos hacer más caso a los aceites. Lo cierto es que en las escuelas de hostelería solemos tener charlas de profesionales que se dedican al mundo del aceite. Pero siendo un producto tan nuestro, no es suficiente. Los restaurantes deberían ofrecer distintos tipos y así explicarle al cliente las condiciones organolépticas de cada uno de ellos.
Gracias por tu aportación.
Un saludo.
Me gustaMe gusta